El Poder del Ego

 

Prof. Jorge: Pidiendo consejos para integrar los Yoes del Ego, recuerdo que me recomendaban algo así como no atacarme por conseguir psicointegrarme, que se supone que hay que dejarse fluir . En el mismo tono del dicho "Festina Lente" ("Apresúrate Lentamente")  estoy acuñando otro: " Concéntrate Relajadamente ". Al buscar psicointegrarnos parece que la mayoría de nosotros, inconscientemente, empezamos a crisparnos, a ponernos nerviosos, a atacarnos por conseguir un estado diferente al que estabamos en un principio... cuando en realidad debemos relajarnos lo más que podamos, contemplarnos con paciencia en un estado pacífico, sereno, sin grandes esfuerzos nerviosos o mentales. ¡¡¡¡ ESO es lo realmente difícil !!!!
Me gustaría, Jorge, si usted pudiera, describir 3 ó 4 pasos  básicos previos para llegar a un "Estado de Psicointegración" del Ego.  ¿Le parece , Maestro?

Un abrazo filial: Mirasol.

 

 

Estimada Mirasol: Para psicointegrarnos debemos primero tomar conciencia de que muchas veces somos manipulados por los roles del ego, que logran que nosotros estemos susceptibles, que seamos permeables a las opiniones o actitudes del entorno, que dependamos de la opinión de los demás, etc.

Una vez reconocida esa dependencia que no nos permite ser libres y auténticos, recién entonces comenzaríamos la tarea.

1) Si sabemos que estamos trabajando en nuestro interior para lograr esa transformación de poder integrar los Yoes manipuladores, la expectativa puede hacer que notemos la adrenalina en nuestro chakra del Plexo Solar, pero no estaremos crispados ni intentaremos atacarnos por conseguir un estado diferente.

Tengamos en cuenta que el Ego es tan poderoso y astuto... ¡que será él quien participe también de ese cambio! ¡Será él quien se ofusque si ese cambio no se produce! ¡Serán sus Yoes quienes se pongan nerviosos si ese estado diferente demora!  Y estaremos en un círculo vicioso...

2) Aprender a contemplarnos no es sencillo. Primero debemos entender la desidentificación, o sea, salir de nosotros mismos. En otras palabras: mirarnos desde afuera, como si viéramos a otra persona. Recién ahí podríamos contemplarnos... y como estaríamos despersonalizados, dicha contemplación no incluiría grandes esfuerzos mentales, solo la serenidad de quien observa una puesta de sol.

3) Como (aparentemente) el trabajo se haría "desde afuera", no correríamos el riesgo de que el Ego quiera participar y así entorpecer la tarea. Lo importante es lograr librarnos de las emociones perniciosas, que abrevan del ego, y sí bañarnos en sentimientos despojados de todo "yoísmo".

4) Entenderemos que todo lo que recibamos de nuestro entorno no nos deberá afectar si nosotros no lo permitimos. No daremos cabida a la ofuscación ante una crítica virulenta, pues tendremos las herramientas desapasionadas para debatir sanamente. Y tampoco daremos cabida a algo más peligroso y empalagador: el halago. Solo muerden el anzuelo ante el halago aquellos que necesitan la aprobación de los demás, pues quien está seguro de sí mismo, no deja que éste se filtre y lo infle de vanidad, otra de las ramificaciones del ego.

5) El gran avance se nota cuando la persona logra sacar ventaja de las experiencias negativas e incluso aprender de las mismas, pero sin dar cabida al rol de víctima, uno de los papeles protagónicos que más le gusta al ego. Debemos entender que así como cada avión tiene su "techo" de altura, cada persona tiene su "techo" de comprensión... y tolerar las equivocaciones de los demás, aclarando que tolerar no significa aprobar.

6) Una vez integrados los diversos roles, la persona debe entender que cada ser es único y aprender a quererse y aceptarse. Autoestima no es ego, ya que si nos amamos a nosotros mismos, recién ahí podemos amar a los demás.

 

Agrego un pequeño comentario sobre la dignidad.
Hay estados egoicos que son muy comunes de percibir en la gente: la vanidad, la soberbia, la petulancia, el falso orgullo y la falsa humildad.

Mas en la acera opuesta al ego está la dignidad, cuyo enunciado dice así: -No permitamos que los demás nos hagan lo que no le haríamos a ellos.

Jesús puso la otra mejilla como ejemplo, mas eso no significa que la haya puesto siempre. Porque tolerar el Mal es hacerse cómplice del mismo.

El mismo ejemplo cabe para el Amor Personal, que abreva del sentimiento y de la emoción. Muchas personas no se atreven a decir NO por miedo a la pérdida, sin darse cuenta que si llegaron a esa opción es porque ya perdieron. Y si siguen insistiendo en esa tesitura pueden perder lo más valioso que les queda: la Dignidad.

Tener la frente alta no es ego... la pedantería pasa por otro lado. Muchas veces la vanidad puede disfrazarse de dignidad, pero se nota rápidamente la diferencia, ya que mientras la primera busca aparentar, la segunda adopta un perfil bajo... pero sin ser alfombra de ninguna circunstancia.

El problema es que muchos se confunden humildad con servilismo. Y tened en cuenta que este último es uno de los roles del ego más humillantes, ya que busca la obtención de logros a costa de un papel tristísimo.

Cordialmente: prof. Jorge Olguín.